Sabido es que, hace tiempo ya, elegí deshacerme del arrepentimiento en todos sus usos, y siempre me pregunté por qué...
Dado que, considero, la respuesta no hubiera revestido mayor cualidad que la de explicativa y su impacto sobre mi psiquis hubiera sido tanto cualitativa como cuantitativamente mínimo, abandoné la búsqueda tantas veces como la comencé, siempre al poco tiempo...
Y es así que ciertas cosas llegan solas, quizás sintiéndose menospreciadas, a golpear la puerta del pensamiento y reclamar el reconocimiento no recibido...
Hoy entendí. Este camino me enseño las reglas de un juego que comencé en solitario, para luego presentarme a mi rival...
De qué debo sentirme avergonzado o arrepentido, entonces?
En este juego que es la Vida, nadie tira los dados por nadie, y Vos no me estás enseñando, sólo me ayudás a darme cuenta de lo que ya sé...
Con certeza, afirmo que te pasa lo mismo...
Desafiame, moldeá la realidad a tu gusto y jugá con mi cabeza, pues será recíproco. Juguemos a Maquiavelo sin que sea necesario perder la sinceridad. Vamos a hacerlo bien...