Senda de aquellos bienes que algún día, dije a cómos y quiénes, he de caminar. Hoy borrosa remembranza de tiempos en alabanza al infinito pensar.
Fríos, los callejones de la mente del pecador, atestiguan la caída de quien creyóse sanador.
Más verdugo que el asesino, más culpable que el infractor, por no haber reconocido el crimen de la confusión.
Hoy transito el camino que con otro hizo un tal Simón de no se qué, ya no importan compromisos, ni es posible crecer...
Voy de espaldas hacia el abismo de mi propio ser...

Menos de lo que he pensado, me duró la inspiración.
Siento como todo acaba, y aumenta la desazón.
Busco, por momentos justo, concentrar mi atención.
Mas siempre caigo en el discurso de asesino y sanador.
Tiendo siempre, inconsciente, a la autodestrucción.
Veo dentro, estupefacto, ocultando mi temor.
Mas la vida, hecha herida, mucho no puede durar.
Y en mi mente, vengativa, sólo yo falto ajusticiar...

"Buen día" Dijo el bien a la desgracia.
"Dialoga aquí conmigo una vez más"
La duda se acercó por sus espaldas, esperando el momento de atacar.
"Fiel compañero y sanador,
dime de qué se trata en esta instancia.
¿Acaso ha de fallar nuestra misión?
Siempre estuviste aquí cuando hizo falta,
si es algo doloroso he aquí quien todo causa,
mas tú eres quien sostiene mi tesón"
"Hoy desperté pensando en el cansancio de este mundo.
Quizás no has notado el aumento en tu labor.
Pero es preciso replantear las posisciones,
antes de que nos sorprenda el temor.
Hoy todo se confunde con mayor facilidad,
cuando se cree ver claro es cuando más ciego se está.
El sopor de la vida no deja sanar las heridas,
y hastiada de trabajo, la razón está"
"Cierto es lo que me dices,
y permíteme una opinión:
No es a causa de la vida,
sino de la opresión.
Con pensamientos abarrota
toda su creación,
cada vez con más instinto
y menos imaginación.
Pero ¿Qué hemos de hacer tú y yo, querido,
si se ha perdido el corazón?"
La duda, que escuchaba atenta,
algo más grande planeó.
Corrió hacia la mente enferma
y con furia la atacó.
Y en la mente, muerta en vida,
aún resuenan, atrevidas,
aquellas dudas asesinas:
¿De qué te ha servido todo,
si perdiste el propio Amor?
¿Qué crees que has hecho bien,
si sólo has causado dolor?