Senda de aquellos bienes que algún día, dije a cómos y quiénes, he de caminar. Hoy borrosa remembranza de tiempos en alabanza al infinito pensar.
Fríos, los callejones de la mente del pecador, atestiguan la caída de quien creyóse sanador.
Más verdugo que el asesino, más culpable que el infractor, por no haber reconocido el crimen de la confusión.
Hoy transito el camino que con otro hizo un tal Simón de no se qué, ya no importan compromisos, ni es posible crecer...
Voy de espaldas hacia el abismo de mi propio ser...